Malbec, syrah, merlot y tannat son algunas de las variedades que se pueden encontrar en la Puna jujeña. Uno de los viñedos está ubicado a 3.329 metros sobre el nivel del mar.
Productores vitivinícolas de la Quebrada de Humahuaca, en la Puna jujeña, buscan impulsar en el mercado sus vinos de extrema altura, con sabores y aromas muy particulares.
“El paisaje y la cultura construyen al vino y el vino nos construye a nosotros; hay una fuerte relación con la naturaleza en un proceso muy profundo”, explicó a Télam Claudio Zucchino, dueño de la Bodega Zucchino.
El empresario, dueño de uno de los siete emprendimientos vitivinícolas de la zona, tiene plantaciones con tres cepas distintas (malbec, syrah y merlot) a orillas del río Grande, en Chucalezna, y en la finca Moya, en la ladera del cerro Mudana, donde la vid crece a 3.329 metros de altura sobre el nivel de mar, uno de los viñedos más altos del mundo.
Sus plantas ubicadas en cinco hectáreas crecen de forma orgánica, se nutren de un suelo rico en minerales y de hierbas que le dan un aroma especial, y cuentan con una amplitud térmica muy beneficiosa (30 grados de máxima con algunas heladas en invierno).
A estos cultivos se le da un cuidado “personalizado”, el riego es por goteo y se emplea como abono excremento de chivo.
Actualmente Zucchino produce entre seis y siete mil botellas anuales de Uraqui (terruño en lengua aymara, la etiqueta de su blend).
“Tenemos poco vino en cantidad y por eso estamos apuntando a la calidad a un mercado pequeño”, afirmó el empresario, quien posee además una hostería.
Franceses, ingleses y suizos “llegan encantados por el paisaje y la cultura jujeña y por la calidad del vino, nunca se imaginaron esto”, dijo.
“Los vinos de extrema altura -aseguró- son muy significativos, raros, aparecieron en el mundo del vino generando una conmoción, y eso obliga a otros productores a esforzarse, a buscar calidad a buscarle una arista distinta al vino”.
Con plantaciones desde 2008, y después de “algunos tropezones”, Zucchino recibe el asesoramiento de vitivinicultores profesionales y conocedores del mundo de vino.
Cerca de allí, Viñas del Perchel también recibe las bondades de la naturaleza lo que le da a la vid características únicas y que eso lleva a su dueño a mirar el mercado con otras expectativas.
“La quebrada de Humahuaca es muy reconocida a nivel internacional, los turistas que llegan quieren nuevas experiencias. Lo mismo está pasando con el vino que no es ni mejor ni peor, es distinto”, dijo a Télam el empresario bodeguero Javier Vargas.
En su viñedo hay 15 mil plantas repartidas en tres hectáreas (malbec, syrah y tannat), las cuales produjeron siete mil litros el año pasado y en este esperan procesar 10 mil litros.
“Nuestros vinos tienen mucha identidad, por la gente, por la cultura. Los vinos de altura, son vinos que tienen potencia, diferentes al contexto tradicional que conocemos”, explicó Vargas.
Si bien no es un lugar donde la cepa crezca con mucha facilidad -dijo-, los vinos de extrema altura tiene la virtud de expresarse.
“Sus propiedades naturales como su suelo rico en carbonatos, le imprimen al vino características minerales y herbáceas que le da sabor particular”, explicó.
Vargas tiene en sus planes producir 20 mil litros en cinco años, más de los doble de lo que produce actualmente, además de ampliar su bodega.
En ese contexto, los productores hablan de una “protección natural” entre otras, por las hierbas que crecen y que contribuyen a repeler las plagas, en tanto las “dificultades” pueden presentarse el salitre del suelo lo que los obliga a equilibrar el nivel de acidez del fruto.
“Las condiciones que posee la zona para las plantaciones de vid son muy particulares”, dijo a Télam Carlos Tizio, presidente del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV).
“Siempre hay detalles que mejorar desde el riego a la sanidad. Jujuy tiene mucho potencial pero también mucho camino por recorrer”, aseguró.